¿Te preocupas constantemente?
¿Tienes problemas para dormir?
¿Sufres tensión muscular o dolores de cabeza?
¿Te irritas fácilmente?
¿Te cuesta concentrarte?
¿Sientes peligro inminente sin razón aparente?
¿Evitas situaciones por ansiedad?
¿Tienes taquicardia o sensación de ahogo?
¿Tienes pensamientos intrusivos recurrentes?
¿Sufres problemas digestivos por nervios?